jueves, 5 de mayo de 2011

LA BODA REAL Y EL AMOR ROMÁNTICO

La semana pasada pudimos ver la boda del príncipe heredero de la corona de Inglaterra. El acontecimiento fue seguido, según dicen los propios medios de comunicación, por unos dos  mil millones de personas, una cifra “realmente”  sorprendente ¿no les parece?.
Este hecho es digno de consideración, al menos bajo mi perspectiva, puesto que refleja el valor que todavía hoy tiene, amén de otras consideraciones, el romanticismo y las historias de príncipes y plebeyas….
El modelo de amor romántico y los mitos asociados a él están íntimamente relacionados con el modelo machista de sociedad y por esto el hecho de que dos mil millones de personas hayan estado interesados en este acontecimiento me hace pensar que perviven los mitos del romanticismo y por tanto todo lo que esto implica para hombres y mujeres.
Los procesos por los que las mujeres y los hombres aprendemos a vivir en sociedad son diferentes; en el caso de las mujeres, y a pesar de los cambios ocurridos en las últimas décadas, al menos en las sociedades occidentales, todavía todo lo que tiene que ver con el amor sigue apareciendo con fuerza en su educación, convirtiéndose el enamoramiento, la relación de pareja, el matrimonio y los hijos… en el eje en torno al cual gira de modo completo o casi completo la vida de muchas mujeres quedando la vida pública en un segundo plano … Mientras que en la vida de los hombres se educa priorizando en la vida social, como ocurre cuando se inculca la importancia del trabajo y el amor o la relación de pareja suele ocupar un segundo plano.

Esto que parece un rollo feminista es en realidad, la razón que lleva a las mujeres a sacrificar su vida laboral por el matrimonio, por los hijos o por el bienestar de la familia, algo impensable para un hombre. Y la consecuencia que tiene para nosotras es que nos hace más pobres al depender de otras personas para sobrevivir en la vida, porque vivimos a través del dinero de los hombres y cuando estos faltan por cualquier motivo nos tenemos recursos para subsistir. Por tanto eduquemos a nuestras hijas e hijos de manera que tanto unas como otras tengan como objetivo indiscutible trabajar.

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